Somos fanáticos de Transformers. De eso no hay duda. No estaríamos escribiendo este artículo ni ustedes lo estarían leyendo si no fuese así. Pero, luego de haber visto la última película de Transformers, de haber revisado las opiniones en este sitio y en múltiples otros foros internacionales, debo reconocer mi preocupación por la falta de crítica hacia aspectos de la película que van mucho más allá del primer impacto visual y de la mitología de Transformers. Y más preocupante aún, las pocas voces que invitan a una reflexión más profunda son acalladas con epítetos del tipo “entonces no eres fan”, “sal ya de G1”, “viejos que no pueden asumir a los nuevos Transformers”.
Ser fan de Transformers no significa tragarse todo lo que Transformers te da. Un verdadero fan prueba de todas las generaciones de Transformers, mastica, saborea, traga aquello con buen sabor y desecha la basura. Este proceso, debidamente comunicado, debería dar como consecuencia productos y servicios de mejor calidad. Pero si nos tragamos todo y decimos que todo es una maravilla nos van a dar productos y servicios de mala calidad pues nos conformamos con cualquier cosa, y encima más lo celebramos.
No hablaré de los “huecos en la mitología Transformer” que deja la película, o de “¿dónde quedaron Skids y Mudflap?” sino de las cosas que casi no he leído en ningún lado.
1) Todos quieren un pedazo de Transformers.
La mitología Transformers nace como una estrategia de mercadeo para introducir una nueva línea de juguetes en los años 80 del siglo pasado. Los diseñadores tenían toda la libertad de crear el diseño que quisieran y de elegir el modo alterno que más les gustara dentro de un rango que era evidente que vendería. Los creadores de la mitología tenían toda la libertad creativa del mundo y su único norte era basarse en la figuras. Luego de Transformers, muchas otras marcas buscaron la misma fórmula para vender sus figuras, pero pocas de estas mitologías de marketing pudieron superar la prueba del tiempo, esa prueba que, con el paso de los años, filtra lo bueno de lo malo. Transformers pasó la prueba.
Toda la serie de películas Transformers de Bay son comerciales de dos horas y media pero no solo de figuras Transformers, como en G1, sino de todos quienes pautaron. Cuando Volksvagen negó la licencia para que Bumblebee sea el auto que debía ser no se dieron cuenta de que estaban destrozando la mitología a favor del mercadeo. GM fue la primera que pautó en este canal de publicidad llamado “películas live action de Transformers” y pagó para que todos los “buenos” sean GM. Al diablo con los diseños originales pensados, la perversión de la mitología comienza cuando los diseños de los personajes son alterados para que se ajusten a los requerimientos de GM. Oh sí. A GM le fue muy bien. Bumblebee como un VW es casi un fantasma, un recuerdo casi olvidado frente al Camaro; su transformación está inspirada en los diseños de Silverstreak, Smokescreen y Jazz G1 así como su modo robot. Pero no importa, GM pagó para que su CAMARO sea protagonista así que el diseño de Silverstreak ahora se llamará Bumblebee y el diseño de Trailbreaker ahora se llamará Ironhide, y el de Tracks ahora se llamará Sideswipe.
“Debimos haber pautado desde la primera película” así es como Audi, Mercedes, Mack y Ferrari pensaron. Y Mack consiguió a Megatron y Ferrari consiguió que le inventen un personaje y Mercedes consiguió a Soundwave y puso otros tantos Mercedes en escena además de frases como “los alemanes hacen buenos autos”. ¿De verdad nos creen tontos? ¿De verdad creen que no nos damos cuenta como el guión se adapta a los clientes y no a la inversa? Y Cisco Systems pautó desde la primera película y después Lenovo y Burguer King y papel para copiadoras Double A y Lockheed y Mountain Dew y Xbox y Macintosh.
Cuando cambias el guión para dar gusto al cliente estás vendiendo los Transformers al mejor postor. Las películas de Transformers han sido calificadas como “The Ultimate Product Placement”. Hemos PAGADO (y varias veces) para ir a ver, en total, cerca de 8 horas de comerciales.
2) La mujer como objeto en Transformers.
Una fórmula de publicidad y marketing nada creativa pero efectiva es: “quieres vender algo, ponle al lado una buena modelo”. Y Transformers no difiere de esto. Tantas marcas que pautaron y todas acompañadas de la bella Carly y antes de la bella Megan cuyos verdaderos papeles eran los de ser Modelos de Publicidad. Por eso es irrelevante si actúan bien o mal y, aunque fuesen buenas actrices, el papel que tienen las denigra al mismo escalafón que las modelos de calendarios de mecánica: una buena hembra apoyada en un buen auto. La única mujer con poder, la directora de Inteligencia, es “domada” por el agente Simmons mediante una serie de alusiones sexuales, porque en Transformes no puede haber mujeres exitosas o pensantes, solo mujeres objetos.
No niego que sea placentero ver una mujer guapa pero hay miles de maneras más creativas y ciertamente menos denigrantes de presentar a una mujer hermosa. Maneras artísticas. Porque parece que se olvidaron que el Cine está considerado un arte y no así la publicidad.
Tengo esposa, madre, abuela, sobrina, primas y amigas y no quisiera, para ninguna de ellas, el trato denigrante que dan a las mujeres en Transformers.
3) La legitimación de la invasión.
No hay ninguna razón que legitime una invasión militar a un país y menos una guerra. No se engañen, no existe.
Lamentablemente hay guerras. Yo las prefiero imaginarias, como la de los Autobots contra los Decepticons.
Y todas las guerras se hacen por intereses ECONÓMICOS. Los que dirigen las guerras piensan en Dinero mientras que al pueblo se le dice que es por honor, por patriotas, por la libertad.
Los habitantes de EEUU necesitan creerse que sus pasadas y actuales invasiones e intervenciones son legítimas y justificadas. Las tomas en los noticieros de la caída de las torres gemelas parecían escenas de película de Hollywood y las escenas de las actuales películas de Hollywood parecen tomas de la caída de las torres gemelas. He perdido ya la cuenta de cuántas películas presentan las ciudades de EEUU destruidas como móvil para justificar cualquier acción militar en cualquier lugar del mundo. Y en todas, el ejército de EEUU toma revancha en nombre de la “libertad”. He perdido la cuenta de cuántas veces nos quieren contar la misma historia para hacernos pasar la mentira como si fuese verdad.
Y así es como el gobierno de EEUU pauta en Transformers poniéndonos a su ejército en más de la mitad de las 3 películas. ¿De verdad creen que somos tontos? ¿Que no nos damos cuenta que el mayor cliente que invirtió en Transformers es el ejército de EEUU?
Lo más triste es el final de Transformers DOTM donde acaban pervirtiendo nada más y nada menos que al noble Optimus Prime para alinear sus acciones a los intereses de justificar acciones militares. Atrás quedó el Optimus con capacidad de perdonar de compadecerse, de enjuiciar antes de condenar. Ahora tenemos un Optimus que declara la guerra, que mata a quien le ayudó a triunfar, que no da tregua y que asesina a aquel que ya está derrotado… “Si Optimus lo hizo así es porque debe estar bien” porque al ejército de EEUU le interesa que sus acciones militares, como las de Optimus Prime, sean calificadas como buenas.
Si hubiese sido Megatron el que mata al que le ayuda y que asesina al indefenso habríamos dicho “Qué malditos son los Decepticons”. No es Optimus Prime mi personaje favorito, en ninguna de las generaciones, pero lamento tanto los últimos minutos de Dark of the Moon: No solo mueren Ironhide, Q, Starscream, Soundwave, Shockwave, Megatron y Sentinel… ¿creen que somos tontos? No porque lo muestren de pie no nos damos cuenta de que la publicidad y la semiótica barata mataron a Optimus Prime.
Gabriel Cuesta.
TFclub.ec
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